Wednesday, March 30, 2005

Mi Rollo Político, o ¿Por qué El Peje? Parte 1

Yo nací y mi primera infancia transcurrió en, digamos, los últimos años del México bonancible, de un México que, aunque gobernado por las ratas del PRI, era un buen lugar para vivir y progresar. Es decir, robaban, pero caray, no tan descaradamente. Crecí en un entorno social de clase media (ésa que poco a poco va muriendo). Mi padre, ingeniero civil, trabajaba por partes iguales construyendo casas habitación y templos, y dando clases en la Universidad de Guadalajara. Con el dinero que percibía dio a sus seis hijos y a mi madre casa propia en la entonces mejor zona de la ciudad de Guadalajara, escuela particular, vacaciones una o dos veces al año, atención médica privada, inclusive hospitalizaciones, y complacencia de gustos. Recuerdo bien que en Navidad había regalos no sólo para nosotros, sino para cada uno de mis primos y mis tíos y abuelas, y lo mismo de allá para acá. Se podía vivir. Yo fui muy inconsciente en mi niñez y primera adolescencia. El 68 me pasó de noche, sólo recuerdo las XIX Olimpiadas. Llegó la década de los 70 y con ella el fin de esta etapa idílica para mí. Yo no veía que en mi país se gestaba ya la descomposición económica y social que detonó al final del gobierno del nefasto Luis Echeverría Álvarez, presidente de la República que dejó crecer a la izquierda fanática, no a aquella consciente de los más necesitados, sino la que pretendió imponerse atropellando los derechos elementales de la población. Guerrilla, ligas comunistas, secuestros, asesinatos, mafias del mismísimo gobierno - el tragacuras "artista bohemio" y político corrupto José Guadalupe Zuno, suegro de Echeverría, desde su decrepitud seguía manejando los hilos en Jalisco - y demás calamidades nos asolaron en aquellos años. Aquí fue cuando la economía nacional vino a valer madre, al registrarse una devaluación del peso, que por décadas se había cotizado a $12.50 con respecto al dólar (irónico que ahora estamos a punto de valer lo ... ¿mismo? JAJAJAJAJAJA, ¡Nel! ¡¡¡El "valor" del peso ahora equivale a $11,000 de aquéllos!!!): los precios otrora estables se fueron a la estratósfera, la lana ya no alcanzaba para nada de lo que en otros tiempos habíamos disfrutado.Todo culminó en el ambiente de tensión generado a raíz de los robos disfrazados de expropiaciones que don Luis perpetró en el norte del país. Mi papá, sin decir una palabra, surtía calladamente nuestra despensa de alimento no perecedero (latas), pues presentía, y mucha gente con él, que la olla explotaría, que se daría un estallido social de incalculables consecuencias y que tal vez nos sería imposible incluso abandonar nuestras casas. En noviembre de 1976 se empezó a rumorar que Echeverría iba a dar un autogolpe de Estado para perpetuarse en el poder que ya se le iba de las manos, pues su sexenio fenecía. Gracias a Dios no hubo tal. Le sucedió su anterior secretario de Hacienda, José López Portillo, de antigua familia jalisciense. Se ganó a la gente al pedir perdón, en su discurso de toma de posesión, por todo el padecimiento del pueblo. Y el pueblo, deseoso de creer en algo o en alguien, se la creyó. Así somos. Queremos oir puro bonito. López Portillo pareció recomponer las cosas, inclusive nos dijo, al descubrir reservas insospechadas de petróleo, que de aquí en delante deberíamos aprender a administrar la prosperidad. Vaya quimera, todo resultó falso, lo mismo que su promesa de "defender al peso como un perro", promesa que tiempo después le sería reclamada, pues al dejar el poder en 1982, después de sumir al país en otra crisis peor aún que la precedente, se convirtió en una especie de paria social, pues lugar al que concurría, lugar en que, al verle, la gente comenzaba a ladrarle, literalmente, y se tenía, efectivamente, que retirar con la cola entre las patas. Esto le llegó a suceder inclusive fuera de México. Mientras tanto, el dinero a nosotros cada vez nos alcanzaba para menos y menos. Los intercambios navideños terminaron, mi padre empezó a buscarles becas a mis hermanos, yo ya había terminado la licenciatura en Historia por la Universidad de Guadalajara y me aprestaba para entrar en un mercado laboral despreciado: el de las humanidades, pero eso, como dice la nana Goya, es otra historia, en la que cualquier otro día abundaré. El sexenio de Miguel de la Madrid (circulaba la siguiente frase sobre el nuevo gobernante: les voy a dar en la madrid; todo lo hurtado será para miguelito) fue así ni fu ni fa. Transcurrió on relativa tranquilidad, después llegó Carlos Salinas, El Innombrable, quien, como López Portillo, nos prometió el oro y el moro... ¿qué puedo decir que ya no sepan? Él y Zedillo, su sucesor, acabaron la labor que tan eficientemente había empezado Echeverría. Hundieron al país. En 1994, con el llamado Error de Diciembre, la industria de la construcción murió, y hasta los ingenieros y arquitectos más prósperos se vieron obligados a cerrar sus constructoras. Mi padre, ya mayor, con menos fuerzas y ganas de lidiar con albañiles flojos y grillos y con clientes morosos para pagar, poco a poco fue dejando la actividad de la que todo el tiempo había vivido, junto con su jubilación universitaria, raquítica, que es lo que hoy en día le sostiene.

*** To Be Continued ***

1 Comments:

At 5:19 PM, Blogger Bellota said...

espero con ansias la segunda parte :)

 

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